Autor


         Alberto Upegui Benítez nació el 28 de diciembre de 1921 en Medellín, de Marco Tulio y Alicia. Su vida transcurrió entre los oficios de bibliotecario, periodista, editor, traductor y educador. Pero su pasión fundamental era saber y su idilio se tejía a través de los libros y la lengua.

         Escribió cientos de columnas de crónicas y opinión en periódicos locales y nacionales, múltiples prólogos y comentarios de libros de los más variados temas. Fue además crítico literario, jefe de redacción, libretista y director radial. Upegui Benítez hacía parte del círculo más selecto de pensadores que dinamizaban la vida cultural de Colombia. Era la generación de Generación, el Suplemento de El Colombiano, donde los jóvenes intelectuales y artistas de Colombia marcaban un hito en la historia cultural del país, entre 1939 y 1942. Entre ellos: Eduardo Zalamea Borda, Carlos Castro Saavedra, Hernando Téllez, Manuel José Jaramillo, Rodrigo Arenas Betancur, Saúl Aguirre, Jorge Montoya Toro, Jorge Artel, Jorge Rojas, Hernando Rivera Jaramillo, Édgar Poe Restrepo, Oscar Echeverri Mejía, Otto Morales Benítez, Manuel Mejía Vallejo y muchos otros talentos.

         Upegui Benítez con apenas diez y nueve años, fue nombrado director de la Biblioteca Municipal Santander, la cual entregó transformada y proyectada como uno de los centros culturales más importantes del país. Y a lo largo de su vida, estuvo preocupado por elevar el nivel educativo y cultural del pueblo colombiano, por rescatar los valores autóctonos del arte y las letras y hacerlos asequibles a todos. Tenía el espíritu de maestro de escuela, tal como lo calificó el filósofo de Otraparte, su propio Maestro.

          Es de resaltar su ardua labor en la escritura y la publicación de muchas monografías de municipios   antioqueños y de ciudades de Colombia, de revistas como Gentes, Occidente, etc. en rescate de las regiones excéntricas y los artistas locales. Aparte de su obra policial El Misterio de la Casa Siniestra, escribió Exégesis literaria de las poesías de Barba-Jacob, altamente apreciada por la crítica continental. Su libro Guayaquil una Ciudad dentro de Otra, retrata la ciudadela que fue el corazón y embrión de la ciudad que sería Medellín, se ha convertido en la referencia obligada para todo quien rememore el Guayaquil de los años 40 y 50 o la gestación de la economía y el comercio en la capital antioqueña.

Los Anteojos y el Lápiz, joya patrimonial que representa la cultura y la idiosincrasia del latinoamericano de la primera mitad del siglo XX, guarda aun gran vigencia. Presenta ensayos literarios de fina crítica y crónicas de viaje escritos la mayoría entre 1942 y 1953, aunque algunos datan de los primeros años 70.